Un eco

Ese misterio que vibra en lo invisible, esa voz que siempre regresa, multiplicada, entrelazada en los pliegues del tiempo.

La vida, un eco.

Todo aquello que envías no se disuelve en el aire, germina en los mas secretos rincones del universo y regresa a tu pecho como un renovado latido.

El amor, susurro lanzado al infinito que retorna en hoguera, en torrente, que no pide permiso para arrasar con pasión.

Cada mirada arrojada al viento es río que regresa inundando tu memoria.

La vida no olvida lo que le confías y te devuelve la ternura con perfumes, la pasión con relámpagos, la entrega con un mar que te arrebata.

Amar es arrojar fuego al vacío y esperar, sin temor, el regreso de esa llama más intensa.

Es sembrar un puñado de estrellas y encontrarlas en tu amanecer como ardientes constelaciones.

Es pronunciar tu nombre como un rezo para poder escuchar su eco en el silencio.

La vida es un eco danzarín, lo que das en susurros regresa en clamor, lo que ofreces en un beso regresa en marejada.

No existe caricia perdida, ni palabra que se borre, todo queda escrito en la piel del cosmos y retorna como un espejo encendido.

Si envías dulzura, te regresa un ramillete de flores.

Si entregas pasión, vuelve un vendaval de cuerpos ardientes.

Si amas sin medida se regresa el universo entero rindiéndose en tu abrazo.

El eco de la vida no es neutro, vibra con la intensidad de tu entrega.

Si amas a medias recibes mitades, pero si te entregas sin reservas despertaras mares que rugen y fuegos que jamás se apagan.

Es ahí donde la pasión encuentra su verdad.

La vida es un eco, un círculo sagrado que une lo que das con lo que recibes.

Y en ese círculo arde el amor, eterno, transformado en brasas que nunca se extinguen.

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Y la vida se volvió oscura