Encontrarse en el ritmo del otro

Desde aquel día –ya lejano– imaginaba que llegaría ese momento en que bailarían juntos.

No recordaba cuándo nació aquel deseo, pero ahí estaba, presente como una suave melodía que nunca se rendía sonando en su mente.

Tal vez fue aquella primera vez en el pasillo de las galletas, te movías con naturalidad, ligera.

O quizás aquella tarde –lejos– cuando nuestros ojos se reconocieron por más tiempo del habitual.

Desde entonces, un deseo, un anhelo silencioso… bailar contigo.

Un baile íntimo, al límite del secreto, en un lugar, un tiempo donde no importa el ritmo o la técnica, solamente la conexión.

Esas yemas de tus dedos rozando las mías, acariciando sin poseer, poseyendo sin pensar, todo bajo una tenue luz, un rincón tranquilo, sin observadores, solamente tú y yo viajando a lomos de aquella melodía casi desconocida.

Esa forma de bailar que expresa más que las palabras, donde cada paso es una promesa, una confesión que se disimula en cada movimiento.

Bailar contigo, instante fugaz, poderoso, compartiéndonos, diciéndonos, sin hablar.

Tomarte de la mano, acercarnos y sentir que todo encaja, que no falta nada, que el mundo se desvanece mientras la música sigue sonando.

Ese baile sería cercanía, complicidad, confianza, una forma distinta de vernos, mostrarnos sin miedos, exponer esos silencios que solamente se entienden con el cuerpo, con esa mirada fresca, divertida, con ese leve giro en medio de una canción.

Ese momento –tantas veces imaginado– breve, volátil.

Creo saber qué canción estaría sonando, cómo sería el primer paso, si reiríamos por torpeza o por nervios, o si simplemente cerraríamos los ojos y dejaríamos que el vaivén de la música le indicase a nuestros cuerpos que hicieran lo que siempre han querido hacer, encontrarse en el ritmo del otro.

Quizás nunca suceda.

Posiblemente sigamos cruzando nuestras vidas sin atrevernos a dar ese paso.

Pero –hasta ese momento– la esperanza sigue ahí, al acecho de que el día menos pensado, en el lugar menos esperado sonará esa melodía.

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Al doblar la esquina