Aquel instante

A veces —sin pretenderlo— conoces a alguien y aunque en un primer momento pasas de largo —timidez, miedo— en tu interior sabes que ha ocurrido algo.

Algo se ha estremecido en tu universo, pero no aciertas a explicarlo, dudas, titubeas y ahí estás, sabiendo lo que realmente deseas sin entender de qué manera podrías conseguirlo.

La vida es una sucesión —finita— de momentos y aquel instante se quedó ahí —grabado a fuego— un recuerdo que no puedes olvidar.

El tiempo pasa, tu tiempo pasa.

El día a día —la rutina— no ha conseguido apagar aquel primer estremecimiento, más bien todo lo contrario.

Los momentos, los días, desfilan ante nosotros —indecisos— totalmente irrelevantes.

Dudas —siempre dudas— pero no de tus sentimientos sino de cómo afrontar el futuro sin perder lo que nunca has tenido.

Las almas se entrelazan sin nuestro permiso, es algo inevitable.

Ellas no responden a la lógica, a la razón, solamente a tu interior, a tu alma y resulta imposible pararlas.

De esos “momentos” puedes salir victorioso o destrozado y en cualquiera de esas circunstancias has de continuar con tu vida.

Transitar los momentos que nos toca vivir no siempre resulta como deseas pero la caída —tu caída— no puedes considerarla una derrota definitiva.

Volver a comenzar —te dirán— es un tópico pero es real, eso es nuestra vida, un sinfín de caídas y nuevos comienzos entrelazados.

Y sobre todo has de tomar una decisión, ¿dónde quieres estar, en el futuro o en el pasado? En ambos es imposible y el pasado debe ser enseñanza, recuerdo pero nunca rémora.

Un nuevo camino, un nuevo viaje, una nueva aventura, una nueva ilusión.

A veces —sin pretenderlo— conoces a alguien…

Anterior
Anterior

Alquimia del alma

Siguiente
Siguiente

Un tango