Verte

Me gustaría verte, pero no de esa manera casual, como quien se cruza apresuradamente camino de la oficina.

Me gustaría verte con calma, con esa calma de quien ha esperado demasiado tiempo.

Con esas manos temblorosas de quien se ha contenido en demasía.

Me gustaría verte de esa manera como se ve lo que realmente importa, con los ojos llenos y el alma abierta, sin defensa alguna.

Hay algo espeso en tu ausencia, pesado, en las cosas más mínimas, ese café que sabe menos, esa música que no suena como debiera.

Me gustaría que tus ojos me mirasen de esa manera exclusiva, con esa sutileza con la que solamente tú sabes hacerlo.

Que tu voz pronunciase mi nombre como si de una promesa se tratase.

No son necesarios grandes planes ni escenarios perfectos.

No anhelo más que ese momento en el que tu mirada se enlace con la mía, dando sentido a ese instante.

El único real deseo sería estar, aún en silencio, pues seguro que, a tu lado el silencio no sería tal.

Sí, se trata de amor, de ese que se construye en lo cotidiano de nuestras vidas, en las miradas, en los detalles, en esos detalles que nadie más reconocería.

Y cuando lo haga, cuando al fin no haya más que un puñado de centímetros entre nosotros, el tiempo debería darnos una tregua, sin prisas, un instante para abrazarte, mirarte…

Me gustaría verte, compartir la emoción, la ternura y la sinceridad, sin promesas de eternidad  solamente para que nuestro mundo vuelva a tener sentido por un breve momento.

Solamente para que –en ese breve momento– podamos existir en un mismo lugar, bajo el mismo sol y con el mismo latido.

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