Huye conmigo

Susurro de almas que arden.

Huye conmigo.

No como quien se escapa de algo, sino como quien se libera de la nada.

Ven, deja caer los cerrojos del deber, deja a un lado ese reloj con su silenciosa dictadura. Huyamos lejos, donde el viento no quiera ser nombrado, donde no existan polvorientos caminos predeterminados, ni paredes que nos separen del cielo.

Huye conmigo, quisiera vivir sin más certezas que tu aliento rozando mi cuello en la madrugada.

Este mundo pierde todo sentido si no puedo perderme en la verde campiña de tus ojos.

El tiempo, –mi tiempo– se mide con la calidez de tus besos.

El roce de tus dedos incendia mi vida.

Vamos, tomemos el abismo como un jardín.

Huye conmigo a ese rincón sin nombre, donde el sol nos alimenta y la luna nos observa cómplice, callada, mientras tus latidos golpean sobre mi pecho desnudo.

No preguntes a qué lugar, el destino es indiferente con nuestras almas entrelazadas.

Exploraremos galaxias sobre la arena de la playa –en silencio–, encenderemos una hoguera con cada roce de nuestras manos.

Huye conmigo, dejemos atrás la ciudad adormecida, los días vertiginosos, las promesas que no nos pertenecen.

El amor también es desobediencia, vuelo.

Y yo quiero volar contigo, sin planes predeterminados, sin permisos, solamente con la certeza de que nuestras manos entrelazan nuestras almas.

Huye conmigo, crearemos un mundo –nuestro mundo– donde las noches no duelan, donde los silencios no sean distancia, sino música.

Un mundo de suspiros donde escribir eternidad en cada recoveco de tu espalda.

Huye conmigo, no será una historia perfecta, sino una verdad ardiente.

Y si el mundo se acaba mientras corremos, que nos encuentre riendo, besándonos a toda prisa, sabiendo que fuimos valientes.

Valientes por amar así: sin medida, sin juicio, sin vuelta atrás.

Anterior
Anterior

Casualidad o destino

Siguiente
Siguiente

¿Tendrías miedo por mi?